Contaminación, deforestación, pérdida de biodiversidad, derroche de recursos…
La agricultura convencional tiene un grandísimo impacto.
Se degrada el suelo que pisamos, el aire que respiramos y el agua que bebemos. Y también lo que comemos.
Desde el campo hasta el último envoltorio, los alimentos creados en esta acelerada industria se exponen a todo tipo de sustancias químicas sintéticas. Son fertilizantes, plaguicidas, hormonas, conservantes, colorantes y otros muchos compuestos artificiales ajenos a su naturaleza.
En definitiva, sustancias que ingieres y acumulas en el cuerpo.
Ese repollo tan lustroso no tiene nada de inocente. Es ideal para las dietas de bajas calorías y para depurar el cuerpo. Los coles son ricos en potasio, calcio y magnesio, fundamentales para los huesos y el sistema nervioso. Por su contenido de fibras, favorecen el funcionamiento del intestino y la salud de los dientes o de los huesos
Conoces de sobra los efectos que este tipo de alimentación rápida, adulterada y forzada tiene sobre tu salud, la de los tuyos y tu entorno.
Y seguro que quieres frenar esta máquina. ¿Y si consumimos más productos sostenibles?